Generalmente,
el hecho de inscribir las Crónicas de Indias dentro del marco de la literatura hispanoamericana genera una serie
de polémicas que van desde lo genérico (si se las considera realmente
literatura) a lo geográfico y étnico, ya que los primeros cronistas fueron
españoles. De todas maneras, se hace fundamental referirse a las Crónicas
cuando se hace un estudio cronológico de la literatura hispanoamericana, así
también como cuando se estudia desde el punto de vista temático. ¿Por qué?
Porque son la primera creación escrita de tema americano, producidas en este
continente, donde se plasman muchos de los temas que signan luego toda la
literatura de América y queda registrado el asombro que produce esta tierra
“real maravillosa”, sus desmesurados paisajes y sus hombres tan especiales.
Aunque
no hablemos todavía de “Literatura Hispanoamericana”, debemos hablar de las
Crónicas, porque son el basamento sobre el cual nacerá, crecerá y se
desarrollará la literatura hispanoamericana.
Las
Crónicas constituyen el correlato escrito de la Conquista de América. La
necesidad de dar a conocer el nuevo continente a Europa y de difundir los
pormenores de la aventura, hicieron reverdecer el viejo género medieval de la
crónica.
Los
emisores de las Crónicas pertenecen a grupos distintos: militares de distintos
rangos, hombres que, sin ser militares venían en las distintas expediciones,
sacerdotes, y también hay crónicas de los mismos vencidos.
El
primero en escribir desde tierras americanas fue Cristóbal Colón, que escribe
su Diario de abordo y su Carta de Descubrimiento, en su viaje de regreso, en
febrero de 1943. Todos los que llegaron después de él a este continente
vinieron con indicaciones precisas de la Corona , de relatar todo cuanto aquí pasaba. En
respuesta a este pedido hubo una producción innumerable de cartas, relaciones y
crónicas, escritas por los mismos protagonistas o por cronistas a su servicio.
Hay otros cronistas que escriben por iniciativa personal.
El
nombre de cronista particular se aplica en ocasiones a los que escriben
sobre un aspecto o un tema, por oposición a los generales, que abarcan
todo el panorama conocido de la historia de Indias. Se opone a cronista
oficial, el que escribe por encargo y a sueldo de la Corona y defiende los
puntos de vista imperiales. El cargo de “Cronista Oficial de Indias” fue creado
en 1532 y el primero fue Gonzalo Fernández de Oviedo. En 1571 se creó el cargo
de “Cronista Mayor de Indias”. En 1755 heredó el cargo la Real Academia de
Historia.
Además
de quienes escribían con fines prácticos para la Corona , o quienes lo hacían
por un interés personal, estaban quienes querían lograr un verdadero registro
histórico. Pedro Mártir de Anglería (italiano) fue el primero que escribió una
obra orgánica, un primer esbozo de la historia americana en su conjunto.
En
general los cronistas pertenecen a un mundo medieval, por su ideología y su
forma de actuar, a pesar de estar viviendo en la Europa del
Renacimiento.
Los lectores
de las Crónicas fueron los españoles que las recibían y leían con avidez,
rivalizando así este género con otro muy popular en ese momento: la novela de
caballería. Ambas alimentan el gusto de la época por la aventura, y llegaron a
entrecruzarse, a tal punto que muchos de los hechos históricos alcanzaron casi
la dimensión de la ficción, y los nombres de la ficción se trasladaron al nuevo
continente (Patagonia, California, Amazonas, etc.). También se trajeron a este
continente muchos mitos y leyendas, por ejemplo la de El Dorado. En realidad,
las Crónicas fundan una tradición mítica y poética en la literatura
hispanoamericana, que se ve reforzada por los aportes de las culturas
autóctonas de América.
En
cuanto a la lengua de las Crónicas, la más utilizada fue el Castellano, seguida
por el Latín, lenguas indígenas y extranjeras.
La
temática se concentra principalmente en la naturaleza y en el hombre americano,
las dos cuestiones que más llamaron la atención del hombre europeo. Las
descripciones de ambos elementos aparecen incorporadas por lo general en los
relatos sobre viajes y las conquistas de los distintos lugares.
La
naturaleza es vista a través de una lente deformante, aparece como paradisíaca
o como destructora del hombre. Los Cronistas expresaron por un lado el asombro,
y por otro, el desaliento y el desengaño, surgidos del enfrentamiento de las
expectativas con la realidad. En el primer caso los Cronistas describen el
Continente Americano como un lugar hermoso y exuberante, que es la sede de
todas las perfecciones. Es la tierra de la abundancia, de la desmesura: los
ríos, las montañas, las llanuras, las selvas, poseen medidas no comparables con
nada conocido. Por otra parte, aparece la naturaleza como enemiga, ya que a
medida que el hombre avanza por tierra firme se enfrenta con una realidad contra
la cual debe luchar desventajosamente: las grandes tormentas, los desiertos, el
hambre y la antropofagia. En todos los casos la imagen de América es degradada
y se enmascara la realidad.
El
aborigen tampoco es visto en un primer momento como una realidad, sino como una
abstracción de hombre bueno u hombre malo. El hombre americano aparece en las
Crónicas como el noble salvaje: joven, bien formado, tímido, pacífico,
desconocedor de las armas; o bien como guerrero caníbal, devorador de carne
humana. La actitud del Conquistador frente al hombre americano abarca una gama
muy rica:
- Desprecio
por los indios desnudos y simples.
- Admiración y
respeto por los indios pertenecientes a las civilizaciones más
desarrolladas.
- Comprensión
humana nacida del compartir iguales penurias e infortunios.
- Compasión
ante las injusticias cometidas contra él.
- Defensa
apasionada del que se considera el más débil.